En el centro Greater Good, de la Universidad de California, en Berkeley (enfocado en la investigación sobre psicología positiva), llegaron a la conclusión de que una autocrítica balanceada, que no sirve para menospreciarte pero sí para ver de cerca tus defectos, está compuesta por dos factores:
ATACA LO QUE PUEDES CAMBIAR
- No es lo mismo decir: “soy una loca controladora” que “me preocupo cuando mis hijos no me llaman en todo el día”. Una crítica positiva busca explicaciones, no culpables.
- Se enfoca en las áreas o comportamientos que sí tienen solución. De nada sirve atormentarte si quieres ser estrella de la NBA pero mides 1.50.
- Un “no sirvo para nada” o “soy un pendejo”, nomás te deprime. Una crítica positiva no debe dejarte inutilizado.
- Es mejor decir: “lo hice sentir mal porque estaba enojada y dije cosas sin sentido, la próxima vez voy a calmarme primero”.
EL CONTEXTO SÍ IMPORTA
- No es lo mismo llegar a tu casa después de un día horrendo en la oficina y encontrarte a tu esposo con una cena romántica lista, que verlo en bóxers sobre tu sala nueva cheleando.
- ¿Qué te hace reaccionar mal en ciertas situaciones? ¿qué estaba pasando? ¿el comentario de tu jefe te recordó las regañizas que te daba tu papá?
- Entender tus debilidades sirve para detectarlas a tiempo y dejar de tener comportamientos automáticos, que luego hacen que se te caiga la cara de vergüenza.
- Dominar el contexto te va a ayudar a que la próxima vez que tengas una discusión, en vez de herir, puedas hablar.