Vuélvete un comedor intuitivo
Esto significa que comes con atención plena, solo cuando tienes hambre, que escoges cosas saludables y que verdaderamente te nutren
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Significa comer con calma, en cantidades pequeñas, masticar muchas veces, despacio y, sobre todo, disfrutar cada bocado.
Te concentras en lo que comes, en cómo se siente en tu boca y en cómo se siente tu cuerpo al recibirlo. Sabes identificar cuando comes por hambre real o por ansiedad y sabes parar cuando ya estás ligeramente satisfecho.
Nunca comes pasando el grado de saciedad y al terminar nunca te sientes incómodamente lleno o inflamado ni le das martirio al botón de tu pantalón, en resumen: evitas el mal de puerco, pues.
SÍ QUIERO, PERO… ¿CÓMO LE HAGO?
No etiquetes la comida
No debes describir la comida como buena o mala, no es premio y tampoco hay que satanizarla, esto solo genera un antojo enfermo por cosas prohibidas. Cuando clasificamos las cosas tenemos la sensación de que ser “bien portado” es ser disciplinado y aburrido, mientras que “comer mal” es entrarle a cosas no permitidas que son deliciosas, una especie de “premios”, ¿cierto? Pero cuando te comes un pastelazo de chocolate o dos órdenes de papas fritas acabas inflamado, cansado, culposo y sin energía. ¿Será premio en realidad?
Nútrete de diferentes formas
Encuentra cosas que te den apapacho y confort como masajes, reír, bailar, una clase, leer un libro o hacer un ejercicio divertido. Explora cómo trabajar tu ansiedad o tristeza de forma diferente a comerte un pastelito, bueno dos, mejor tres.
Come con conciencia y atención al 100
Prueba recetas diferentes, disfruta desde lo que compras hasta planear tus menús, come sin distracciones, disfruta a tu familia, usa tus sentidos, huele, saborea, mastica cada bocado, come despacio y goza cada sabor. Así te sentirás más satisfecho y empezarás a disfrutar (y valorar) más cada bocado. Jamás lo olvides: eres lo que comes.
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