Si contestas que sí a la mayoría de las preguntas, eres un comedor emocional y para romper el hábito necesitas ayuda profesional.
- ¿Siempre que comes dejas el plato vacío?, ¿Y hasta le pasas la tortilla y el pan para dejarlo súper limpio?
- ¿Comes sin tener hambre?
- ¿Te dan ganas de comer cuando ves la tele?
- Cuando hay algo que te gusta (pizza, helado, alitas), ¿comes sin control?
- Si estás enojado, triste, solo o aburrido, ¿lo que se te ocurre hacer es comer?
- ¿No sabes distinguir si es hambre o solo antojo?
- Después de comer mucho, ¿te sientes arrepentido y con culpa?
- No tiene caso que te pongas metas porque de todos modos no las cumples
- ¿Cuando te enojas pasas horas dándole vueltas a la discusión?
- ¿Te sientes triste muy seguido?
FRENA EL IMPULSO
- Cuando estés triste o estresado, antes de ir a comer piensa qué es lo que te está pasando. Hacer esa pausa te ayuda a comer de forma controlada.
- Cuando tengas antojo, ve si realmente tienes hambre. Tómate un vaso con agua y espera 15 minutos. ¿Todavía tienes antojo?
- Siéntate a comer en la mesa. No comas con distracciones ni cuando manejas o ves la tele, porque así no te das cuenta cuando estás lleno.
- Haz cosas que te distraigan: platica con tus amigos o vete a dar una vuelta.
Recuerda que si no puedes solo, debes buscar apoyo de un especialista, ya sea nutriólogo y hasta un buen terapeuta.