Amparo Serrano: la historia detrás de DISTROLLER

“Virgencita Plis quítame la celulitis” “San Antonius mándame novius” “Virgencita Plis cuídame mucho” “Flor, Florecita, Floresota, la dueña de este cuaderno es la más hermosa” son frases que seguro ubicas a la perfección en los productos de la marca Distroller, Amparo Serrano o Amparín como prefiere ser llamada, es el ingenio detrás de una de las empresas mejor posicionadas en México.
Amparín fue una niña que desarrolló su creatividad desde los 7 años dándoles clases de arte a sus amigas. En su adolescencia estuvo en el medio del entretenimiento; telenovelas, obras de teatro y música. Lo que más la marcó fue que la eliminaran del grupo musical Flans, a última hora y antes de que fueran a Italia a grabar su albúm debut le dijeron que no tenía ni ángel ni talento, eso afectó mucho su autoestima pero transformó su carrera.
Amparín estudió diseño gráfico y durante carrera realizó un proyecto creando un personaje llamado Dr. Chui, quien recetaba un chamoy diferente para cada niño. Cuando pidió la aprobación a la Secretaría de Salud, le fue denegada porque los componentes de los dulces no eran los más aptos para el intestino. ¡No se dio por vencida y siguió adelante con sus ideas!

Lee: compra lo hecho en México

Durante un viaje a Guatemala, Amparín vio una medalla de la virgen morena que vendía un artesano, pero estaba tan chueca que no pudo olvidarla…. ¡Así surgió la gran idea! Acompañada de la caricatura de la virgen de Guadalupe, cada producto lleva una leyenda de las peticiones de la misma diseñadora, desde un “Virgencita plis cuídame” hasta “Cuida mi lana”.
Todo comienza en Nueva York con el diseño de sus platos de cerámica y la invitan a salir en un revista.

Al regresar a México, decide comprar un horno; comenzó a pintar regalos hechos a mano para sus familiares y amigos más cercanos. El talento de Amparín y la demanda de este hobby provocaron el nacimiento formal de Distroller.
En el 2008 Distroller dio un paso fundamental para su crecimiento: entró a Walmart comercializando productos con diseños como artículos higiénicos o comestibles. En 2009 la historia se repitió con Palacio de Hierro, donde Distroller tiene presencia a través de pequeñas boutiques. En ambos casos, fueron las empresas quienes buscaron a Amparín para establecer una relación comercial.

La mayoría de sus artículos, que incluyen casi 3 mil productos, son hechos a mano, ya sea por ella o en talleres donde se pintan la cerámica y madera. Para los “mostros” antipesadillas recurre a los tarahumaras, y para los cojines de vírgenes a las monjas Carmelitas.
La diseñadora de 51 años creó una marca tan popular que se vende en más de 35 puntos en México, EU, Los Ángeles, India y Europa; su empresa nació con una inversión de 10,000 pesos y hoy es una de las 50 mujeres más poderosas de México según la revista Forbes.

Como verás, Amparín es todo un ejemplo de mujer fregona y luchona ¿no crees? No es lo que llamaríamos una “empresaria convencional”, sin embargo, es el corazón y la mente de Distroller, una empresa llena de imaginación, color e ingenio que celebra la vida y la innovación a través de sus productos y estilo, y que busca ver el lado extraordinario en lo ordinario.
Mándanos un tweet con tu frase o producto favorito de Distroller a @CarlosDanceLife y @revistamoi o déjanos un comentario aquí abajo.